Técnicas para aprender nuevos idiomas

Técnicas para aprender nuevos idiomas

Hay personas con más habilidades lingüísticas que otras, pero también está probado que todos podemos aprender un segundo idioma de forma satisfactoria. Eso sí, tendremos que fijarnos en nuestros puntos fuertes y débiles. No podemos olvidar que tampoco se puede ser malo en todo. Hablar idiomas conlleva varias tareas: leer, escribir, dialogar, traducir, recordar vocabulario, seguro que algunas cosas se te dan mejor que otras.

Aquí las técnicas para hacer más fácil el entendimiento:

La memoria

Normalmente la memoria se aplica a los temas que nos gustan, esto es, si te encanta el fútbol probablemente te acordarás de toda la alineación de tu equipo y si te gusta la música, seguro que te sabes más de una canción de memoria. Eso sí, cuando se trata de recordar normas gramaticales, verbos irregulares o palabrejas de vocabulario, te pierdes. Bueno es normal, ¿no? La solución es fácil: aplica la memoria al idioma. Crea conexiones entre temas que te interesen y el idioma que estás aprendiendo. Sí, ya sé que de esta manera no vas a aprenderte la lista de los “phrasal verbs” o algo por el estilo, ¡pero mejor motivarse con algo que nos gusta a no motivarse!

La pronunciación

Es verdad que la pronunciación no es tan importante, pero la gente siempre te entenderá mejor si tu acento se parece al de un nativo. Hay idiomas dificilísimos de pronunciar, como por ejemplo el alemán, pero eso no quita que existan trucos para poder reproducir sus sonidos. Busca técnicas para poder hablar bien el idioma que estás aprendiendo y no olvides escuchar cómo lo hablan los nativos: ¡está probado que lo que mejor funciona es aprender por repetición!

Hablar, hablar y hablar

No vale con escuchar e interiorizar lo aprendido. La cuestión es familiarizarse con los sonidos del idioma nuevo. ¿No te has fijado que las personas que hablan más de una lengua es como si tuvieran más de una voz? Eso es porque al adaptar su voz al nuevo idioma, salen nuevos tonos y sonidos y adoptan una nueva personalidad. Si hablas italiano, no tengas miedo de ponerle un poco de música al idioma, si hablas inglés británico tendrás que hablar más bajito… ¡Pero la cuestión es hablar! Quedarse callado en casa mirando vídeos nunca te va a llevar a una conversación interesante. ¡Abre la boca y practica!

El miedo al ridículo

Igual que hay gente que tiene miedo a volar, a la soledad o a hablar en público en su propia lengua, muchas veces también nos aterroriza el momento de demostrar delante de los demás que no dominamos el idioma. Quítate la vergüenza (que ya sabes, ni come ni almuerza) y lánzate al vacío de los errores y las combinaciones imposibles. Hazme caso, ¡de las equivocaciones y los acentos raros solo salen risas y anécdotas divertidas! Todo el mundo en su momento tuvo que cometer esos mismos errores para ahora hablar perfecto, así que está prohibido desanimarse. Además, aunque sea un consuelo un tanto simple, TODOS cometemos errores, ¡incluso cuando se trata de nuestro propio idioma.

 Aplica lo que te hace ser bueno en otros campos

¿Se te dan bien las matemáticas? ¿La estética? ¿La gastronomía? ¿Las manualidades? Pues ya es hora de que identifiques qué es lo que te hace ser tan bueno en esas cosas y lo apliques al mundo de los idiomas. Esto es, si tienes una mente analítica, explota esa forma de pensar y trasládala cuando llegue el momento de ponerse a estudiar el idioma. Si por el contrario te consideras una persona más creativa, adapta tu forma de aprender y personalízala a tu gusto. Añade colores, formas e incluso pequeños objetos a tu método personal. Si percibes las cosas sobre todo de manera sensorial, aprende vocabulario con sonidos, con olores, con texturas y con todo lo necesario para que tu mente recuerde lo aprendido. Analiza la lengua, ¡seguro que tiene facetas que no te son tan ajenas ni extrañas!

Leer: concéntrate en entender

Y es que muchas veces leemos sin saber lo que pone, igual que miramos el reloj y al segundo no sabemos la hora que es o como cuando viajamos horas y horas y lo hacemos como una maleta, en lugar de concentrarnos en lo que sucede a nuestro alrededor. Cuando se trata de leer en un idioma ajeno, a veces nos cansamos antes de lo normal, necesitamos el diccionario muy a menudo y queremos comprobar que no tenemos ningún mensaje nuevo en el móvil o en Facebook cada tres nanosegundos. Eso no vale, cuando se lee, solo se lee. No puedes estar pensando en la lista de la compra ni distraerte del tema que trata el texto. Es sacrificado pero… ¿qué te parece proponerte leer un pequeño párrafo al día? Ya sea el horóscopo, el pronóstico del tiempo o una receta: ¡todo vale cuando se trata de aprender!


No hay que presionarse a uno mismo, ni meterse demasiada prisa, ni proponerse retos inalcanzables. Las cosas que conllevan tiempo agotan nuestra paciencia demasiado rápido, pero no hay que impacientarse, si no organizarse bien de manera que poco a poco veamos resultados. Aunque no te conviertas en un/a especialista en hablar idiomas, ¡al menos dejarás de pensar que es imposible!
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